28/08/2022
La curación de enfermedades sin tratamiento, la regeneración de tejidos dañados por la vejez o por un traumatismo, la creación de órganos listos para trasplante o la solución a trastornos genéticos son algunos de los objetivos de la medicina regenerativa, una de las armas médicas del futuro y un campo de estudio real en el presente.
Este tipo de medicina se vincula a diferentes áreas científicas como la terapia celular avanzada, la ingeniería genética o la de tejidos.
El primero de estos campos, la terapia celular, se basa en el uso de células madre de distinto origen que, mediante diferentes procedimientos, se diferencian en el tipaje celular deseado. De esta manera, bien a través de un embrión, de una célula madre adulta o de una especializada, los investigadores han podido derivar cada una de ellas a otro tipo celular con la idea de generar un tejido sustituto a otro enfermo o dañado. La mayor experiencia en este terreno se ha hecho en los trasplantes de médula ósea que pueden salvar la vida de personas con leucemia al sustituir sus células enfermas por otras de un donante.
El segundo gran campo de la medicina regenerativa es la terapia génica que consiste en la inserción de un gen en una célula para sustituir o bloquear un gen defectuoso o ausente en las células. Su mayor finalidad estaría en el tratamiento de patologías hereditarias o enfermedades adquiridas como el cáncer, aunque otro uso frecuente es para marcar una célula para poder seguir su evolución.
La tercera pata de la medicina regenerativa es la ingeniería de tejidos, es decir, el desarrollo de órganos bioartificiales cultivados en el laboratorio para reemplazar aquellos que no funcionan o no existen. La fabricación de estos órganos utilizan por un lado andamiajes elaborados a partir de materiales poliméricos y por otro, células vivas para repoblar esa estructura.
Sólo el tiempo nos permitirá saber hasta dónde llegará el desarrollo de este campo de la medicina, cuántos avances producirá y qué otros enfermos se verán beneficiados. Quizás algún día enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o el cáncer tengan un remedio eficaz para combatir sus efectos perniciosos. De momento, hay que esperar.